Recordemos que el seguimiento al escenario actual está construido y sustentado con herramientas de opinión pública como encuestas y agregadores. ¿Podría pasar algo como en 2016 o 2020 donde las encuestas se equivocaron? Porque hubo errores con las encuestas en las elecciones de 2016 y 2020.
En 2016 las encuestas fallaron en Michigan, Pensilvania y Wisconsin. Estos tres estados tenían récords de triunfos demócratas en elecciones previas; pero en los tres estados Trump ganó por menos de 1 punto porcentual. Las encuestas no registraron este escenario.
En 2020 las encuestas fallaron porque describían un contexto más abierto a favor de Biden de lo que en realidad fue. Se subestimó por segunda ocasión consecutiva a Donald Trump.
Se han ofrecido algunas explicaciones para estos errores:
1) La personalidad de Trump podría disuadir a sus seguidores de participar en encuestas.
2) La no repuesta de electores en la pandemia de covid-19. Es probable que los demócratas fueron más obedientes a quedarse en sus casas, fuera del trabajo y por tanto más probables a responder a los encuestadores.
3) Subestimación de votantes rurales, no universitarios y comunidades hispanas.
Los errores provocaron cambios en la industria para este proceso electoral.
El analista político Nate Cohn del New York Times menciona que el primer ajuste tiene que ver con el modo de recolección de los datos. Hace 15 años todos hacían encuestas telefónicas. Actualmente, las firmas las encuestas se hacen por correo de forma representativa para incrementar la tasa de respuesta.
También se comenzó a ajustar los datos para tener información de grupos subrepresentados. Por ejemplo, la industria está preguntando a los entrevistados por el partido que votó en la elección anterior, por su voto pasado. De esta forma el encuestador pondera el número de votantes de Biden y Trump para que esta elección coincida con el resultado de las últimas elecciones y aumenta las cifras de Trump en 2024.
Si estas adecuaciones en las encuestas funcionan, un escario es la elección cerrada y competida que muestran las encuestas y los agregadores. Sin embargo, el contexto podría variar en al menos dos aspectos.
- Si las encuestas se han ajustado para parecerse a 2020 utilizando el voto en el pasado que reporta el entrevistado, esto podría llevarnos a escenarios donde la candidata Kamala Harris quede subrepresentada con respecto al resultado electoral.
- Podría estar sucediendo un efecto en el que las encuestadoras buscan consenso. Es decir, que esté sucediendo una tendencia en la industria de las encuestas de ignorar resultados que difieren con lo que las otras encuestadoras están reportando. Este escenario tiene como consecuencia que algunas encuestas no se publiquen. En otros casos, la información puede ser publicada pero después de haber sido ajustada para que se parezca a las demás.
Algunos focos rojos para la jornada electoral sugerido por Larry Norden, vicepresidente del Programa de Elecciones y Gobierno del centro Brennan.
Hay puntos críticos que requieren especial atención en lo que se refiere al reporte de resultados durante la jornada electoral.
Primero, el flujo de resultados puede ser lento
Hace cuatro años se tardó cuatro días en saber con certeza quién había ganado la contienda. Esto se debió entre otras cosas a lo cerrado de la votación en muchos estados, los conteos lentos de las boletas.
Es posible tener un escenario similar al de 2020, especialmente en los estados bisagra, lo cual hará lento el flujo de los resultados y probablemente habrá llamados a recontar votos y auditorias de los proceso
Esta incertidumbre podría generar ansiedad social e incrementar la probabilidad de difusión de información falsa. Recordemos que el expresidente Trump hace cuatro años se declaró ganador la noche de la elección e inició un intento que duró meses de dar vuelta al resultado electoral alegando fraudes inexistentes y presionando a funcionarios.
Segundo, cada estado determina el modo y condiciones en las que se darán a conocer los resultados.
El sistema electoral estadounidense es descentralizado. Hay 10,000 jurisdicciones electorales en EEUU y 50 estados y cada uno decide cómo llevará a cabo su elección y cuáles son las reglas para contar sus votos. Nevada, por ejemplo, puede recibir boletas por correo aun después de la elección. E incluso en estados bisagra como Carolina del Norte, Pensilvania o Michigan permiten que lleguen boletas de militares o de voto en el extranjero aun después de la elección. Procesar las boletas en todas las distintas modalidades toma tiempo y ante una contienda cerrada esto será crítico.
Tercero, estemos preparados para escuchar que habrá litigios y disputas legales en el proceso.
Es perfectamente normal que haya litigios en las elecciones. Son tantas las contiendas y tan variadas las reglas por estado. Lo que es diferente en esta ocasión es el número de demandas centradas en los estados bisagra que tienen como objetivo amplificar las teorías de conspiración. Algunos de los litigios están cuestionando la lista de electores y quién está en dicha lista; otro argumento cuestiona en general a los votos por correo. De la misma forma, se busca cuestionar las máquinas de votación y su uso en las elecciones.
Es importante resaltar que hay personas que son “negadores de la elección”, es decir que no certificarán la validez de las contiendas a nivel estatal. Existen 35 oficiales que se han negado a certificar resultados de elecciones locales y han asistido a las cortes por alguno de los candidatos, partidos o por los jefes oficiales estatales de la elección.
Un foco rojo que vale la pena mencionar es que hay que estar atentos a la información falsa.
En general, podemos identificar tres tipos de información falsa. El primer tipo de rumor es el que dice algo como: “gente que no debería ser capaz de votar está votando”. El segundo tipo de información falsa es el que plantea que la tecnología está amañada de alguna forma. El tercero suele insistir en que los trabajadores electorales están manipulando la elección.