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La seguridad de los encuestadores

La seguridad de los encuestadores 150 150 DEFOE MX

Al hablar de encuestas, con frecuencia obviamos uno de los componentes más sensibles de estos ejercicios de conocimiento de la opinión y el sentir de la población: las y los encuestadores. No me refiero a los titulares de las empresas que se dedican a esto. Hablo de las mujeres y los hombres que caminan por las calles para visitar hogares o se ubican en puntos designados. En un texto que escribí hace tiempo, un encuestador describía a su gremio como “guerreros de campo”, y vaya que lo son. La noticia terrible que nos llegó desde Chiapas en días recientes. Un grupo de personas armadas sacaron de su hotel a cinco encuestadores que trabajaban para Morena el fin de semana. Dos hombres fueron asesinados, dos liberadas y uno sigue desaparecido. Esta realidad de riesgo creciente por la violencia y la inseguridad en diversas regiones del país nos obliga a reflexionar sobre la labor de los encuestadores y reemplazos metodológicos de operativos de campo.

Las personas que laboran como encuestadores no están exentas de riesgos ya que se ven obligados a transitar por territorios desconocidos y afrontar posibles amenazas para llevar a cabo su trabajo, aplicar los sondeos en persona a la puerta de los hogares. Esta forma de encuesta, la realizada en vivienda, en nuestro país sigue siendo la encuesta más confiable. Lo es por diversas razones, entre ellas por el gran trabajo que se tiene de construcción sólida de las secciones electorales y la información que tenemos sobre ellas en términos de listado nominal, lo que permite contar con un marco de muestreo confiable que cubre “por completo” a la población votante. Esto permite que podamos tener una muestra representativa de esa población y así generalizar los resultados de una encuesta.

Sin embargo, como el caso de los encuestadores en Chiapas y todas las otras anécdotas que cualquiera que haya realizado encuestas en vivienda puede contar, es la manera más riesgosa para la integridad de las personas. Lo cierto es que las personas encuestadoras no son las únicas afectadas por la violencia y la inseguridad en el país. Y como a tantas otras industrias, el impacto negativo de esta situación pone en riesgo la confiabilidad de los resultados que se pueden obtener en las zonas en las que no sea posible realizar el trabajo según los parámetros metodológicos necesarios. La violencia ha llevado a un dilema que implica poner en balanza la representatividad de las encuestas contra la seguridad de los encuestadores.

Se puede pensar que como alternativa, las encuestas en línea solucionarían este problema de manera tajante. No hace falta ir hasta allá, podemos pensar, simplemente usamos el internet, alguna red social o algo por el estilo y listo. Aunque las encuestas en línea tienen sus méritos, tienen un defecto importante: la carencia de un marco muestral. Al no tener un padrón como el que se tiene para realizar las encuestas en vivienda, los diseños de muestra no son lo específicos ni los detallados que podrían ser. Además, el acceso a internet también es una de las limitantes de estos métodos. En nuestro país hay regiones donde la cobertura no es buena y la posibilidad de acceder a dispositivos electrónicos, teléfonos móviles o computadoras sigue siendo problemática. Esto puede derivar en sesgos importantes para los resultados, al tener deficiencias en cobertura de la población, podríamos no estar considerando las opiniones de personas con tendencias particulares que impactarían en los resultados. Si bien para acortar estos sesgos se utilizan algunas herramientas estadísticas, es claro que las encuestas en vivienda no se suplen fácilmente.

En algún momento, la recomendación de la Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado y Opinión Pública fue sustituir los puntos muestrales cuando cayeran en zonas que se consideran de riesgo. Sin embargo, eso haría que cada vez más regiones del país no tengan la cobertura de las encuestas y sesgara los resultados irremediablemente. Otra de las posibles soluciones sería emplear el método de encuesta telefónica. Para este también se cuenta con estrategias que permiten realizar muestreos estadísticos confiables, aunque las aqueja el problema de la no respuesta y falta de cobertura. A pesar de las carencias, es plausible que este método de encuesta gane terreno progresivamente en el escenario nacional, motivado por la imperante necesidad de garantizar la seguridad de los encuestadores.

Una última solución, tajante y claudicante, sería dejar de hacer encuestas en zonas conflictivas. Sabemos que así la integridad de los guerreros de campo estaría salvaguardada. Pero también estaríamos obligados a reconocer que perderíamos el acceso a una gran cantidad de información necesaria y útil sobre las realidades de nuestro país y sus habitantes si esto sucede.

El desafío de llevar a cabo encuestas representativas con una sólida base metodológica se torna cada vez más complejo en el contexto de la creciente violencia en el país. Es momento de seguir discutiendo, de poner este tema al frente de la agenda y de buscar soluciones contundentes para esta inaceptable inseguridad.

A la mayoría de las personas en México no le preocupa que Musk sea el nuevo dueño de Twitter

A la mayoría de las personas en México no le preocupa que Musk sea el nuevo dueño de Twitter 150 150 DEFOE MX

Una de las noticias del mundo tecnológico más resonantes de estos últimos meses fue el anuncio de la venta de la red social Twitter. El comprador: Elon Musk, CEO de Tesla y una de las personas más ricas del mundo.

Dada la popularidad de esta red social y la notoriedad del potencial nuevo dueño, nos pareció interesante consultarle a las personas en México por este caso y conocer sus opiniones al respecto. Enfocamos esta encuesta en personas que usan la red social en México. La encuesta fue realizada cara a cara en vivienda, 1,500 casos con un margen de error de 2.5%.

Primero que nada preguntamos si creían que era algo bueno o algo malo para Twitter la adquisición de Elon Musk.

La mayoría considera que no hay diferencia entre la administración actual y la potencial nueva gestión de Elon Musk. Curioso que de las personas que consideran que es bueno o malo, por unos cuantos puntos porcentuales están arriba quienes consideran que es algo malo.

Más adelante les planteamos cuatro situaciones que las personas harán como resultado de la adquisición.

La mayoría, consecuente con la primera respuesta, continuará como si nada. Casi el 70% de las personas en México. Solo el 8% dijeron que dejarán de usar Twitter o que no participarán tan activamente en la red social. Es interesante recordar que el 23% de las personas respondieron a la primera pregunta que creían que la adquisición por parte de Musk sería algo malo para la red social, sin embargo muy pocas personas confirman que harían cosas distintas o dejarían de usarla.

Les presentamos después una afirmación: “Twitter se convertirá en la plataforma de redes sociales más poderosa bajo el liderazgo de Elon Musk”.

Como sucedió con las respuestas anteriores, la principal actitud frente a esta aseveración fue la indiferencia: ni de acuerdo ni en desacuerdo, con 36%. En segundo lugar, el 20% de las personas dijeron estar muy de acuerdo. Y en el otro extremo, las personas que respondieron estar muy en desacuerdo totalizaron solo el 5% de todas las respuestas.

Para finalizar, les recordamos que Elon Musk se describe a sí mismo como un absolutista de la libertad de expresión. Si se eliminara la moderación en la plataforma, les preguntamos, ¿cómo cree que afectaría el futuro de Twitter?

Las respuestas siguieron el patrón de las anteriores: la mayoría, con un 33% respondieron que puede que no tenga un impacto drástico o ningún impacto sobre la red social. Así mismo, el 30% dijeron que sería algo saludable, y el 24% considera que eso llevará a que la plataforma se vuelva un sitio para el discurso de odio y la desinformación.

La adquisición no ha estado exenta de bemoles y complejidades. La más reciente es que Elon Musk ha amenazado con quebrar el trato porque según él y sus abogados, Twitter no le ha dado todos los datos necesarios para analizar el tema de los usuarios falsos y los bots en la plataforma. Es interesante considerar que para las y los usuarios en México, el sentimiento en general es de indiferencia si Musk termina siendo el dueño o no. Quizá después de que la adquisición se consolide y haya algunos cambios en la plataforma las personas modifiquen sus expectativas y sus actitudes.

Cursos en línea: así ha cambiado la actitud de las personas en México

Cursos en línea: así ha cambiado la actitud de las personas en México 150 150 DEFOE MX

La pandemia continúa y la oficina en casa pasó de ser una eventualidad a convertirse en una constante.  Según el Pew Research Center, el internet ha sido esencial para el 53% de las personas en Estados Unidos en una encuesta realizada en abril de 2020. Los confinamientos llevaban algunas semanas y para entonces el 87 por ciento decía que era un recurso por lo menos importante. El escritorio que se empleaba de vez en cuando en el hogar es el nuevo cubículo en el que pasamos horas. Y las clases, los cursos y los saberes dejaron de requerir un espacio, un salón: ahora se adquieren en línea. Nos dimos a la tarea de indagar cómo ha cambiado ese tipo de actividades a lo largo de los últimos dos años. Quisimos comparar con los datos de dos años antes para reconocer algunas variaciones en las intenciones

Según nuestras encuestas, en 2018, el 11 por ciento de la personas consultadas dijeron haber estudiado algún tipo de curso, diplomado o taller en línea. Esa cifra creció a 15 por ciento en julio de 2019 y se mantuvo casi sin cambio, con 14 por ciento en septiembre de 2020.

Consultamos después sobre la percibida utilidad del curso, diplomado o estudio que realizaron en línea. Aquí, la variación fue un poco mayor: el porcentaje de personas que respondieron mucho a la utilidad de los cursos bajó de 59 en febrero de 2018 a 19 en 2019 y volvió a repuntar hasta 56 en septiembre de 2020. En sentido inverso se movió el porcentaje de gente que respondió nada útil. El rubro cuyo crecimiento se sostuvo año tras año fue el de las personas que respondieron poco: de 5% en 2018, a 14% en 2020.

Hubo también cambios interesantes en las respuestas a la gratuidad o el costo del curso en línea. Partimos en 2018 de 55 por ciento de personas que tomaron cursos gratuitos, bajó un año después a 41 por ciento y en 2020, se elevó de nuevo a 58% por ciento.

Después les preguntamos sobre la comparación entre los cursos y estudios en línea con los presenciales . En una línea descendente clara, de 70 a 63% en 2020, las personas en México consideran que no cuentan con las mismas exigencias. Así mismo, para septiembre de 2020, las personas que decían que sí tenían las mismas exigencias subió a 27 por ciento: niveles muy cercanos a los de dos años antes.

Es importante destacar que las personas consultadas en nuestra encuesta realizada casa a casa no fue exclusiva a estudiantes y estos porcentajes nos permiten conocer un poco mejor los hábitos de búsqueda de aprendizajes y cursos en medio de una pandemia.

Fuente: Animal Político – La Ventana Indiscreta

67% de encuestados considera insuficiente el programa de educación en casa por pandemia

67% de encuestados considera insuficiente el programa de educación en casa por pandemia 150 150 DEFOE MX

Las consecuencias del cambio presencial al virtual, si es que las hay, sin duda estarán por verse en los próximos meses y años.

Uno de los cambios más sustanciales que esta pandemia ha provocado ha sido el que tiene que ver con la manera en la que los niños y niñas reciben educación. Con los planteles cerrados, las actividades educativas tuvieron que transformarse en actividades virtuales, a distancia y en gran medida dependientes de internet o de la televisión. Las consecuencias de este cambio, si es que las hay, sin duda estarán por verse en los meses y años. Sin embargo, nos interesaba conocer cómo ha sido este momento para las personas que tienen hijas e hijos en edad escolar.

Primero consultamos cómo era la situación de las familias con hijas e hijos previo al confinamiento al que nos obligó la covid-19. Como era de esperarse, la mayoría de las personas respondieron que acudían de forma presencial. Otro componente importante fueron personas cuyas hijas e hijos ya no van a la escuela. La cifra interesante es que el 9 por ciento de las personas respondieron que ya recibían educación en línea.

De las familias que educan a sus hijos en casa, la razón principal que eligieron las personas para tomar esta decisión fue el ambiente inseguro en las escuelas. En segundo lugar, fueron cuestiones de salud física o mental que impiden que su hija o hijo asista a la escuela. Curioso que solo el 5 por ciento de las personas respondieron que habían elegido ese modelo por estar interesados en un enfoque de enseñanza no tradicional.

De las personas que educan a sus hijas o hijos en casa, el 55% dicen que ellas mismas o su pareja son los responsables de impartir las clases. Un cuarto de las personas que educan en casa tienen un maestro o instructor para realizar esta tarea, y el 20 por ciento restante delegan esta labor a algún familiar cercano.

Con la contingencia, la Secretaría de Educación Pública creó la plataforma Aprende en Casa. Les preguntamos entonces a las personas encuestadas si conocen el programa. El 67% de las personas con hijos dijeron conocerlo. Y del total, incluidas las personas que no tienen hijos, el 58% dijeron sí conocerlo. Al consultar sobre si los utilizan, el 66% de las personas con hijos sí lo hacen. Más importante aún, les preguntamos si consideran que el programa es suficiente para cubrir las necesidades académicas y de desarrollo de los estudiantes. Del total, solo el 31 por ciento dijeron que sí. Las personas con hijos respondieron más o menos en la misma proporción, el 33% consideran que sí es suficiente; en contraste el 67% dicen que no lo es.

Al consultarles además sobre su opinión, las cosas cambian un poco: el 86% de las personas con hijos que conocen el programa “Aprende en casa”  consideran que es bueno o regular.

Las explicaciones pueden ser variadas. Una de ellas puede ser que ante la emergencia y la carencia de precedentes o de respuestas ensayadas, los escenarios ofrecidos pueden percibirse como esfuerzos positivos aunque no sean suficientes o sustitutos totales de una experiencia tan arraigada y fundamental para la educación como las clases presenciales en un salón.

Fuente: Animal Político – La Ventana Indiscreta

Solo el 7% de las personas en México tienen armas en su casa

Solo el 7% de las personas en México tienen armas en su casa 150 150 DEFOE MX

Tres de cada cuatro personas en México opinan que un arma en casa la vuelve un sitio más peligroso, de acuerdo con una encuesta de Defoe.

La situación de las armas en México es complejo. No se habla mucho de que la gente común y corriente tenga una relación estrecha con las armas, y sin embargo hay una gran cantidad de homicidios y ataques con arma de fuego. Las razones y las especificidades de esta situación son motivo de otra investigación. Lo que a nosotros nos interesó fue consultar a las personas mexicanas para saber si tienen cercanía con las armas.

La primera pregunta que planteamos fue la noción que acompaña a cierta noción sobre las armas como un elemento que hace que el entorno sea más seguro en la medida en la que estas están disponibles. Les preguntamos precisamente por la casa.

Ante la pregunta puntual sobre si un arma hace más peligrosa o más segura una casa, la respuesta fue clara: tres de cada cuatro personas en México opinan que un arma en casa la vuelve un sitio más peligroso. Solo el 23% dijo que la casa era más segura gracias a la presencia del arma. Y el 5% no respondió.

La siguiente pregunta fue plantearles, tomando en cuenta que sus datos personales son absolutamente confidenciales y que su respuesta tenía un fin únicamente estadístico, les pedimos que nos dijeran si en su hogar había un arma de fuego. La respuesta plantea de alguna manera una imagen de nuestra relación con las armas: solo el 7% de las personas en México aceptaron que en su casa tienen un arma.

En Estados Unidos, país que tiene una relación mucho más estrecha y compleja con las armas que el nuestro, las cifras son muy distintas. Allá, el 42% de las personas dicen que en su casa hay un arma. Además el 48% dicen haber crecido en una casa en la que había una arma y el 72% dicen haber disparado una arma de fuego alguna vez en su vida según datos del Pew Research Center.

En México, por el contrario, el 93% de las personas dicen que en su casa no hay armas. Del escaso porcentaje que sí tiene armas, consultamos sobre la propiedad.

El 68% dijeron que el arma es de su propiedad. El 18% en cambio dijeron que el arma es de otro miembro del hogar. Y 14% no saben o no respondieron.

Todos estos datos revelan que la relación con las armas en la vida cotidiana es muy distinta a la que otros países, en especial en Estados Unidos. Así como el acceso a compras de armas, hay que considerar los requisitos que hay que cumplir en México para la obtención de la licencia de portación de armas son mucho más extensos y cuantiosos que en el país vecino. No obstante, las armas de fuego siguen causando estragos en la sociedad mexicana.

Fuente: Animal Político – La Ventana Indiscreta

Dos de cada diez personas en México dicen leer libros digitales

Dos de cada diez personas en México dicen leer libros digitales 150 150 DEFOE MX

Según las personas que respondieron nuestra encuesta, tres de cada diez personas han comprado libros digitales en México, pero solo dos de cada diez han leído o consultado libros digitales.

Hay pantallas en todos los ámbitos de la vida y la lectura no podría quedarse al margen. Pasamos mucho tiempo leyendo en pantallas, desde todas nuestras comunicaciones instantáneas como muchas de las noticias y, en gran medida, gran parte del entretenimiento y el ocio. Pensando en eso, nos planteamos preguntarle a las personas en México sobre su relación con los libros digitales.

Primero que nada quisimos entender qué tan familiarizadas están las personas en México con los libros digitales. Ante la pregunta sobre si en algún momento han consultado o leído un libro en formato digital, esto fue lo que nos respondieron.

Sorprende un poco que solo dos de cada diez personas hayan leído o consultado libros digitales en México. Como área de oportunidad y también como punto de partida para otras indagaciones más granulares sobre lo que sucede con el consumo de libros –físicos y digitales– entre las personas del país, es un dato interesantísimo. Aunque es difícil plantear una comparación confiable, sirve considerar cómo es el panorama de los libros digitales y la lectura en otros países. Por ejemplo, en Estados Unidos, las personas que dijeron leer un libro completo en los doce meses previos en formato digital pasó de 17% en 2011 a 27% en 2015, según el Pew Research Center.

La segunda pregunta es interesante, porque ya no habla sobre las lecturas o las consultas, sino más bien sobre la compra. Preguntamos a las personas si en alguna ocasión han comprado libros digitales.

Parece cumplirse lo que las personas a las que nos gusta leer hacemos a cada rato: comprar más libros de los que se leen. Según las personas que respondieron nuestra encuesta, tres de cada diez personas han comprado libros digitales en México.

Otra de las preguntas fue por el medio, el formato en el que las personas que leen libros digitales prefieren hacerlo. La mayoría, al plantearle tres alternativas, eligieron al celular como el medio por el cual consumen libros digitales.

Es interesante considerar que aquí entra en juego el tema del acceso a aparatos que por lo general implican una inversión. El celular, al ser un aditamento disperso entre gran parte de los adultos en el país, es quizá el medio más económico –si bien no el más cómodo– para leer este tipo de libros.

Por último, la pregunta crucial y repetida una y otra vez cada que se habla de estos temas: ¿Qué prefieren las personas, leer en papel impreso o en plataformas digitales? La respuesta fue muy particular:

Más de la mitad de las personas prefieren el libro impreso. Curioso que únicamente el 14 por ciento dicen no tener preferencia, o más bien, preferir ambos medios para leer. Al tratarse de una actividad que se realiza en soledad y de manera individual, la experiencia tiene la posibilidad de buscar que esta sea lo más gozosa y adaptada a lo que las personas desean. La lectura es un hábito que se promueve de muchos modos, y quizá más allá de incentivar el gusto, el tema del acceso es uno de los cruciales cuando se trata de este tipo de actividades. Ante la falta de librerías o bibliotecas, los libros digitales de fácil acceso y adaptados para leerse en teléfonos celulares, por ejemplo, se presentan como una gran alternativa.

Fuente: Animal Político – La Ventana Indiscreta

Las personas mayores cada vez serán más. ¿Cómo nos hemos organizado para asistirlas y cuidarlas?

Las personas mayores cada vez serán más. ¿Cómo nos hemos organizado para asistirlas y cuidarlas? 150 150 DEFOE MX

En 2018, 7 de cada 100 personas eran adultas mayores, sin embargo para el año 2050 esta proporción será de 17 de cada 100. ¿Cuáles serán las redes de cuidado para atenderlas?

Según el Pew Research Center, lo más común en los hogares alrededor del mundo es que las personas mayores vivan en una casa con familia extendida (38%), seguido de cerca de la vida con sus parejas (31%). La fracción de personas mayores de 60 años en el mundo que vive sola es relativamente pequeña en comparación con las anteriores: 16%. Esto plantea una pregunta interesante: ¿Cómo se gestiona el cuidado y la atención a las personas mayores en México? Nosotros hace algunos años hicimos esa pregunta. Consultamos si en ese momento tenían a su cuidado alguna persona de edad avanzada. Casi dos de cada diez nos respondieron que sí.

En la misma encuesta les preguntamos a las personas que dijeron que sí sobre la relación con la persona a la que ofrecen cuidados. Más de la mitad de las personas reportaron que se trataba de algún abuelo o abuela, o un padre, madre o padrastro/madrastra, es decir algún familiar muy cercano. Lo que es interesante es que fuera del ámbito familiar, es decir, una persona conocida o un amigo, figuró en un porcentaje casi insignificante (1%).

La pregunta que inmediatamente surge es saber si las personas conviven en la misma casa. Por ejemplo, en Estados Unidos, según los estudios del Pew Research Center, en aquel país el 27% de las personas mayores de 60 viven solas. Esto sin duda es posible cuando el círculo de apoyo, tanto personal como institucional, es funcional y lo permite. En nuestra consulta, las personas en México respondieron en la siguiente proporción:

Al particularizar en nuestra encuesta aún más sobre el tipo de personas a las que cuidan, la mayoría cuidan a personas entre 75 y 84 años. E incluso un 10 por ciento de las personas que respondieron cuidan a personas mayores de 85 años. Es significativo pensar en los rangos de edad por el nivel de cuidados y las exigencias de tiempo y de atención especial que las personas de edad cada vez más avanzada requerirán.

Esta es un área de especial importancia para el futuro del país, ya que las proyecciones de la población que el gobierno mexicano realizó desde hace años muestran que, para 2018, 7 de cada 100 personas eran adultas mayores, sin embargo para el año 2050 esta proporción será de 17 de cada 100. Y el incremento en números totales pasará de 9.1 millones en 2018 a 24.9 en 2050. Por ello es necesario estar al tanto de las redes de cuidado, su composición y las necesidades que estas circunstancias requieren.

Fuente: Animal Político – La Ventana Indiscreta

El amplio y desconocido universo de la no-respuesta

El amplio y desconocido universo de la no-respuesta 150 150 DEFOE MX

Una tasa de no respuesta elevada ha sido entendida como una señal de que hay algo mal en la construcción de la encuesta: muestreo no adecuado, pregunta no muy clara, comprensible o el modo en que es aplicado el cuestionario.

Las encuestas, como instrumento de medición, requieren de una pieza clave que las personas que nos dedicamos a esto no podemos controlar: la participación de las personas seleccionadas en la muestra. Sin su disposición y sus respuestas francas, la encuesta falla y los datos obtenidos tienen poco interés cuando no son claramente erróneos. Las encuestadoras emplean técnicas y métodos, desde el planteamiento de las preguntas hasta el diseño del operativo de campo, para buscar que todas las personas seleccionadas para integrar la muestra respondan todas las preguntas del cuestionario. Sin embargo, dado que es imposible tener esa certeza, hay que analizar lo que sucede cuando, por diversas razones, nos enfrentamos al fenómeno conocido como la “no respuesta”.

El reverso, o digamos, la faceta positiva de la no respuesta es la tasa de respuesta. Esta es la medida que da cuenta de la proporción de individuos o entidades de la muestra que completaron las preguntas de manera correcta. Originalmente se creía que había que aspirar a una tasa de respuesta de 70 por ciento por lo menos para garantizar que no existieran sesgos. Sin embargo, las tasas de respuesta aceptables varían dependiendo del campo –no es lo mismo una encuesta en un entorno académico, a una encuesta a la población en general, tampoco en un estudio longitudinal gubernamental como puede ser un censo que en un levantamiento de opinión política en línea. Hay encuestas en casa habitación, por ejemplo, con tasas de respuesta que oscilan alrededor del 90%, y los resultados de encuestas por correo o por internet pueden rondar entre 50 y 60%. Cada encuesta evalúa estos datos y considera así la necesidad de ampliar la muestra, de modificar el operativo de campo, incluso de integrar un modo mixto –por teléfono y en persona, por ejemplo– para remediar una tasa de respuesta baja que imponga un sesgo a los resultados obtenidos.

En general una tasa de no respuesta elevada ha sido entendida como una señal de que hay algo mal en la construcción de la encuesta: ya sea que el muestreo no fue el adecuado, la pregunta no es suficientemente clara, comprensible o las opciones de respuesta no son sencillas de responder, o puede deberse también a que el modo seleccionado para aplicar el cuestionario no sea el adecuado para la población que se quiere evaluar. La revisión adecuada de los métodos antes de lanzar el operativo de campo son cruciales para minimizar estos problemas. Sin embargo, es muy posible que aún cuando se haya realizado un buen trabajo preparatorio, la tasa de respuesta puede resultar elevada y esto trae consigo una serie de consideraciones nuevas.

Los personas que investigan la metodología de las encuestas han hallado que con el paso del tiempo, las tasas de respuesta se han ido haciendo menores y en consecuencia la no respuesta crece. Según Robert M. Groves y sus coautores en el libro Survey Methodology, en las encuestas longitudinales como el Censo de Población en Estados Unidos o en la Encuesta de Consumidores la tasa de no respuesta ha ido creciendo de manera sostenida en los últimos 15 años. Además, reconocen que no se trata “únicamente de un fenómeno que suceda en Estados Unidos”. Un estudio de 16 países europeos reveló que en un periodo de 20 años, la tasa de rechazo de la encuesta por parte de las personas contactadas creció a un ritmo de 0.3% cada año.

La American Association for Public Opinion Research publicó un reporte en 2014 sobre la situación de los rechazos y la no respuesta en las encuestas. El objetivo era entender la situación y tratar de dilucidar posibles rutas de acción y consideraciones para hacerle frente a la situación. En su reporte dividen en dos las estrategias para hacerle frente a los rechazos: el diseño de la encuesta, y la gestión del entrevistador o la entrevistadora. Esta segunda categoría es interesante porque es la que implica una mayor cantidad de imponderables. Las personas encargadas de aplicar las preguntas requieren capacitación, entrenamiento y una cierta auditoría de sus conocimientos.

Otra de las las áreas de interés dentro del reporte es la que habla de la práctica de conversión de rechazos –el logro, por parte de los encuestadores, de hacer que una persona que originalmente no quiso, finalmente conteste el cuestionario. No todos los encuestadores deciden ir por esta vía porque implica más gestión y además es potencialmente invasiva de la privacidad de las personas. Entre las recomendaciones que el reporte propone está la de registrar y reportar los rechazos de manera particularizada, separados de la categoría “no responde”. Identificarlos como eventos y considerar sus circunstancias –si se trata de un rechazo enfático, o de la interrupción del cuestionario, por ejemplo– puede servir como un punto de información para evaluar no solo el contenido de la encuesta sino también sus condiciones de realización: el costo-beneficio y las mejoras posibles de calidad.

La ya mencionada American Association for Public Opinion Research ha dedicado mucho tiempo a este tema. Entre los documentos y guías que ofrece,tiene un estándar de definiciones que clasifica la cantidad de posibles resultados para la aplicación de un resultado, es decir, trata de catalogar los posibles tipos de respuestas dependiendo del modo en el que se aplican, y son muchísimos: más de cuarenta para cada tipo de aplicación, desde haberse encontrado con una contestadora telefónica hasta que hubo un problema de lenguaje que impidió aplicar las preguntas. Todas estas posibilidades de reporte particularizan con un nivel de detalle muy profundo del tipo de no respuestas. Eso permite entender de mejor manera lo que sucedió en la aplicación y si tiene un impacto significativo en los resultados y las interpretaciones. Este tipo de datos, en aras de la transparencia metodológica, debería ser integrado como información constante y disponible en las notas metodológicas de las encuestas aplicadas. Una mirada somera a las metodologías, por ejemplo, de las encuestas de intención de voto y opinión política en México incluyen el reporte de la tasa de no respuesta pero no el detalle. Tenerlo pormenorizado permitiría conocer mucho más a fondo cómo fue el proceso de aplicación y qué sucede cuando el proceso no se completa.

La no respuesta, como se deduce por esta breve aproximación, es un tema enorme y con implicaciones profundas para la realización de encuestas. Y es un tema poco conocido y poco mencionado fuera de los círculos especializados. Para el público en general será interesante saber que la categoría “no sabe/no contesta” que aparece en casi todas las gráficas que lee a diario incluye una enorme cantidad de información por conocer.

Fuente: Animal Político – La Ventana Indiscreta

Sobre encuestas: y al final, las gráficas.

Sobre encuestas: y al final, las gráficas. 150 150 DEFOE MX

Una excelente recopilación de datos puede terminar opacada, tergiversada o limitada con una mala presentación del reporte.

Continuamos con nuestra serie sobre el funcionamiento de las encuestas. Con esta entrega acaba uno de los grandes temas: el diseño y la ejecución de una encuesta. Hemos repasado las distintas etapas del diseño de encuestas desde el planteamiento de las preguntas de investigación hasta la estructura de las preguntas y las dificultades que acompañan los operativos de campo. Ahora entonces, después de analizar los datos como lo contamos en la entrega pasada, llegamos al momento de la presentación de los resultados. Podría parecer una circunstancia sencilla. Ya que se tienen los datos limpios y analizados, es fácil suponer que solo se trasladan en un par de gráficas y se les adjuntan dos párrafos explicativos y con eso es suficiente. Nada más lejano de la realidad. Una excelente recopilación de datos puede terminar opacada, tergiversada o limitada con una mala presentación del reporte.

Curiosamente, el reporte final es la manera en la que la mayoría de nosotros nos relacionamos con las encuestas. Estamos familiarizados con las gráficas, o con los encabezados. Pero no es la única manera de hallar encuestas, y para quienes las realizamos, no es el único formato en el que las presentamos.  Por eso una de las principales cuestiones al completar el proceso de análisis de datos es considerar, seriamente, el público al que nuestro reporte irá dirigido. El público determina el nivel de complejidad o el énfasis en la divulgación que contendrá el reporte final. 

La transparencia metodológica es otro de los temas importantes a considerar. Estos detalles del proceso son importantes pero es preciso, en un contexto de academia y evaluación por pares –especialistas estadísticas– explicitar las minucias estadísticas, los detalles del proceso, no así en un entorno más bien de divulgación para un público que no está tan preocupado por este nivel de detalle.  Aún así, la nota metodológica es una parte importante del reporte final porque permite conocer detalles importantes sobre la encuesta. 

Los datos importantes que hay que considerar es el tamaño de la muestra. Por lo general se le identifica con la letra n y nos permite tener en cuenta cuántas participaron respondiendo la encuesta. Aunque parecería, no es simplemente el caso que entre más grande sea el número de participantes más precisa es la muestra. Para eso, como hablamos en la entrega sobre el muestreo, se requiere que la muestra sea representativa, es decir que todas las personas de la población a la que se quiere analizar tengan la posibilidad y estén de alguna manera incluidas en la muestra.  Otro de los datos importantes es el margen de error. Este valor establece el intervalo en el que las cifras halladas pueden ubicarse. Al decir que el error de la muestra es de 2.5 por ciento, por ejemplo, estamos diciendo que a cada cifra hay que considerar que puede subir o bajar en 2.5 por ciento. Una tercera información importante es el tipo de muestra de la que se trata. Cuando no sea obvio –como en el caso de las encuestas en línea– es importante conocer el modo el que se realizó el operativo de campo (fue telefónica, en persona, en hogar, etc.) y las fechas de levantamiento de esos datos. Esos datos nos permiten conocer, a muy grandes rasgos, la manera en la que fue realizada la encuesta. 

La elección de gráficas y tablas también implica una decisión dependiendo de la audiencia. En los trabajos más académicos, las gráficas se acompañan de explicaciones detalladas tanto de lo que significan las tablas y las gráficas, como del detalle metodológico y de resultados. En las publicaciones de divulgación, es importante tener cuidado de caer en la tentación de lo llamativo de las gráficas, y olvidar los rótulos y las identificaciones informativas. Si las gráficas no van acompañadas de párrafos explicativos, o no tienen las palabras o cifras que permiten entender de qué se trata, es como si la gráfica dijera cualquier cosa, es decir como si no dijera nada. Además existe la posibilidad, si no están bien identificadas y explicadas las tablas y gráficas, que cada una de las personas que lean ese reporte podrían asumir cualquier cosa sobre el reporte y asumir que es válido, y como decíamos al inicio, lo bien conducido del reporte y del trabajo terminarán invalidados por una mala presentación. 

A grandes rasgos, esta serie hasta el momento ha cubierto el proceso que siguen las encuestas desde que se ocurre una inquietud en la mente de alguna persona hasta que se redacta el informe final. Cada uno de los pasos tiene una gran variedad de detalles que se podrían explorar mucho más a fondo. Temas que tienen que ver con los cálculos que se realizan para garantizar que la muestra sea representativa; discusiones sobre software especializado para distintas aplicaciones, o los grandes dilemas éticos que acompañan a todo trabajo de levantamiento de campo. Algunos de esos temas serán retomados en futuras entregas porque estamos convencidos que entre más se conozca sobre el proceso detrás de las encuestas, mejor preparadas y preparados estaremos para discernir y evaluar los contenidos de los sondeos con los que nos encontremos. 

Fuente: Animal Político – La Ventana Indiscreta

Sobre encuestas: ya tenemos los datos, ¿ahora qué?

Sobre encuestas: ya tenemos los datos, ¿ahora qué? 150 150 DEFOE MX

Después de haber realizado las preguntas, de llenar los cuestionarios, tenemos una gran cantidad de datos. ¿Qué se hace con ellos?

La serie sobre encuestas continúa. Comenzamos por el principio, preguntándonos cómo se plantea una pregunta de investigación. Hemos hablado también de las diferentes maneras de definir la muestra de personas a las que aplicaremos las preguntas. Y recientemente les conté cómo se aplican esas preguntas en los operativos de campo. Ahora, después de haber realizado las preguntas, de llenar los cuestionarios, tenemos una gran cantidad de datos. ¿Qué se hace con ellos? Ese es el tema de esta nueva entrega en la serie que hemos pensado para que conozcan cómo funcionan y cuáles son los componentes de estos instrumentos para conocer la opinión de las personas sobre diversos temas.

Hay que decir, primero que nada, que desde antes de recabar los datos se tiene que tener un plan para saber qué hacer con ellos. Desde el diseño del cuestionario y la selección de la muestra, también se tiene que considerar el modo en el que se ordenarán las respuestas que se anticipan. Al tener claros esos detalles -de qué modo se catalogarán, cómo se procesarán los diferentes tipos de respuestas, qué programas estadísticos y qué tipo de reporte final se va a generar- el proceso se volverá mucho más eficiente y se minimizarán los potenciales errores. Esta planeación previa implica cuestiones tan básicas como definir si se contarán las negativas a responder como “no sabe” o como “no responde”, o si se dejarán fuera de la cuenta. También tiene que ver con considerar si las respuestas serán dadas para que las personas escojan o si habrá preguntas que requieran respuestas abiertas, o el modo en el que se identificará a quienes participen para no identificarlos por nombre o algún otro dato no anónimo.

Una vez recolectados los datos después de la operación de campo, el proceso regresa a los teclados y las pantallas. Hay que procesar toda esa información. Ese proceso implica varios pasos que requieren mucha meticulosidad y rigor, de otro modo es sencillo perder el orden. En general, son tres grandes pasos que hay que realizar con los datos para la mayoría de los modelos de encuesta que hayamos elegido –telefónica, en persona, en línea. Primero, los datos deben organizarse y limpiarse. Después deben analizarse para generar las tablas y los datos. Y por último, hay que emplearlos para responder la pregunta de investigación inicial con la evidencia de los datos.

Al hablar de organizar los datos quiero decir que es preciso transformar las preguntas del cuestionario en variables identificadas y a cada una de las respuestas posibles se le asigna un valor numérico. La fase de planeación previa a la recolección de datos deberá tomar en cuenta cómo organizar las preguntas con respuestas abiertas si la encuesta las incluye. A grandes rasgos es el modo en el que se va llenando la base de datos. Las encuestas en línea suelen realizar este proceso de manera automática. Esas bases de datos, si no fueron creadas directamente en un programa de software estadístico, tendrán que importarse a uno para facilitar el procesamiento.

Junto con la creación de la base de datos, hay que realizar la importante tarea de crear el documento que incluya todos los metadatos y las definiciones. A este documento se le conoce como codebook o descriptor de variables. Servirá como una especie de glosario y referencia para quien quiera conocer a qué variable corresponden los códigos empleados y demás datos.

La no respuesta de preguntas en una operación de campo es un tema muy amplio, tanto que le dedicaré un texto en especial. Por ahora valga decir que hay que estar pendiente y decidir desde la fase de planeación cómo se considerarán estas no respuestas en la base de datos. Porque no todas las no respuestas son iguales. Lo mismo pasa con las preguntas para las que la respuesta es doble, o no es clara. Esto sucede sobre todo en las encuestas autoaplicadas –las encuestas en persona suelen cancelar esta problemática.

Una vez que estén los datos están vaciados en las bases de datos, el paso siguiente es limpiar esos datos. Hay que considerar que puede haber números que no corresponden, o datos faltantes, pequeñas inconsistencias y datos que, en las conversiones numéricas, terminan siendo improbables. Como ya he dicho, hay que poner especial atención en las preguntas con respuestas abiertas, cuando estas formen parte de la encuesta. Su conversión a valores numéricos implica un proceso en el que los programas estadísticos pueden ser muy útiles, pero existe el potencial para la aparición de errores, inconsistencias o faltantes y para eso también es preciso realizar la limpieza de datos.

A partir de este momento, comienza el emocionante proceso del análisis de los datos. Ese será el tema de una entrega próxima.

Fuente: Animal Político – La Ventana Indiscreta

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