Las consecuencias del cambio presencial al virtual, si es que las hay, sin duda estarán por verse en los próximos meses y años.
Uno de los cambios más sustanciales que esta pandemia ha provocado ha sido el que tiene que ver con la manera en la que los niños y niñas reciben educación. Con los planteles cerrados, las actividades educativas tuvieron que transformarse en actividades virtuales, a distancia y en gran medida dependientes de internet o de la televisión. Las consecuencias de este cambio, si es que las hay, sin duda estarán por verse en los meses y años. Sin embargo, nos interesaba conocer cómo ha sido este momento para las personas que tienen hijas e hijos en edad escolar.
Primero consultamos cómo era la situación de las familias con hijas e hijos previo al confinamiento al que nos obligó la covid-19. Como era de esperarse, la mayoría de las personas respondieron que acudían de forma presencial. Otro componente importante fueron personas cuyas hijas e hijos ya no van a la escuela. La cifra interesante es que el 9 por ciento de las personas respondieron que ya recibían educación en línea.

De las familias que educan a sus hijos en casa, la razón principal que eligieron las personas para tomar esta decisión fue el ambiente inseguro en las escuelas. En segundo lugar, fueron cuestiones de salud física o mental que impiden que su hija o hijo asista a la escuela. Curioso que solo el 5 por ciento de las personas respondieron que habían elegido ese modelo por estar interesados en un enfoque de enseñanza no tradicional.

De las personas que educan a sus hijas o hijos en casa, el 55% dicen que ellas mismas o su pareja son los responsables de impartir las clases. Un cuarto de las personas que educan en casa tienen un maestro o instructor para realizar esta tarea, y el 20 por ciento restante delegan esta labor a algún familiar cercano.

Con la contingencia, la Secretaría de Educación Pública creó la plataforma Aprende en Casa. Les preguntamos entonces a las personas encuestadas si conocen el programa. El 67% de las personas con hijos dijeron conocerlo. Y del total, incluidas las personas que no tienen hijos, el 58% dijeron sí conocerlo. Al consultar sobre si los utilizan, el 66% de las personas con hijos sí lo hacen. Más importante aún, les preguntamos si consideran que el programa es suficiente para cubrir las necesidades académicas y de desarrollo de los estudiantes. Del total, solo el 31 por ciento dijeron que sí. Las personas con hijos respondieron más o menos en la misma proporción, el 33% consideran que sí es suficiente; en contraste el 67% dicen que no lo es.

Al consultarles además sobre su opinión, las cosas cambian un poco: el 86% de las personas con hijos que conocen el programa “Aprende en casa” consideran que es bueno o regular.

Las explicaciones pueden ser variadas. Una de ellas puede ser que ante la emergencia y la carencia de precedentes o de respuestas ensayadas, los escenarios ofrecidos pueden percibirse como esfuerzos positivos aunque no sean suficientes o sustitutos totales de una experiencia tan arraigada y fundamental para la educación como las clases presenciales en un salón.